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Reseña Cómic: El patito Saubón

De Rika julio 10, 2021 Publicar un comentario

Título original: El patito Saubón
Editorial: Reservoir Books
Año: 2017
Guion y dibujo: Carlos Nine

Grado: A-
Reseña: Hugo C

Enlace de descarga al final de la reseña.

Tengo que reconocer que no soy un fan de la revista Fierro de los años 80. Me gustaba el concepto de una revista similar a la Cimoc o a la Metal Hurlant pero con material argentino, pero no me terminaba de cerrar la mezcla de material foráneo y nacional, ni la relación entre las páginas a color y aquellas en blanco y negro. No me gustaba mancharme las manos de tinta ni me gustaba la textura o el olor del papel en los primeros números.

Y sin embargo, le tenía cariño y con ese cariño la leía y le perdonaba sus defectos. Y sí, había historietas que no me gustaban, pero otras sí, y compensaban por lejos el precio de tapa.

Una de mis favoritas era Ficcionario, de Altuna. Otra, la que hoy reseño. Y si bien Ficcionario terminó por convertirse en una reliquia de su época, El patito Saubón mantiene toda su frescura, sin fecha de vencimiento a la vista.

Saubón se publicó por entregas en la Fierro, en blanco y negro. Es un cómic de autor: Nine lo guionó, dibujó y rotuló. Incluso –ya mucho más tarde y sin duda pensando en este tipo de reediciones –redibujó páginas enteras.

Esta edición es a color, lo que realza más el aspecto seudoinfantil de la historia. Siendo que, como ya dije, había leído esta historieta en su versión original en blanco y negro, tenía mis dudas, no por la aplicación del color per se –Nine era igualmente diestro con o sin él– sino porque temía que quebrara el clima noir que rezuma esta obra. Pero no, si bien no la daña, la transforma en otra cosa, y gana en claridad y hace que uno no se distraiga tanto con el virtuosismo gráfico de Carlos Nine.

Saubón –léase: "sobón", y búsquese en el diccionario– es básicamente el pato Donald, pero dibujado por Tex Avery, y guionado por Dashiell Hammett. Casi no hay viñeta sin un cuadro de texto con un monólogo hammettiano: "Mi sangre de pato se puso al rojo vivo. Mis plumas se pegoteaban de transpiración. Caí sobre ella…"

Las situaciones que nos plantea son dramáticas, atroces y por supuesto, totalmente fuera de lugar en una historieta infantil. Y de ahí brota el atractivo de este cómic, que es prueba de que el humor se basa en la incongruencia, en lo fuera de lugar, y de alguna manera lo hermana más con los Monty Python que con Benny Hill. No hay "chistes" aquí, así como no los hay en Red Harvest o The Maltese Falcon, y no hay guiños a cámara, pero el humor está en que quien aquí pasa por las duras y las maduras y cosecha desengaños no es Sam Spade o el agente de la Continental sino un pato flacucho escapado de un cartoon de los años 30.