Título original: The Hitman's Bodyguard
Año: 2017
Duración: 118 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Patrick Hughes
Con: Ryan Reynolds, Samuel L. Jackson, Gary Oldman, Salma Hayek, Elodie Yung, Joaquim de Almeida
Grado: B-
Reseña: Hugo C
Uno suele hablar de "placeres culpables" para referirse a las cosas –música, cómics, libros, películas, etc.– que son de mala calidad pero nos gustan. En el caso del cine, hay películas que no son muy buenas –o al menos están llenas de defectos en el guión, la producción, el elenco o los efectos especiales– pero que cada tanto nos apetece volver a ver. Es el caso de The Hitman's Bodyguard (2017), una película entretenida que tiene un guión lisa y llanamente estúpido pero con unas actuaciones que la convierten en una muy disfrutable buddy movie.
The Hitman's Bodyguard es una de esas películas en las que una pareja dispareja intercambia frases ocurrentes en medio de disparos, persecuciones y explosiones. En este caso, se trata de una película que no funcionaría con otros actores. Tenemos a Ryan Reynolds como Bryce, el guardaespaldas caído en desgracia que tiene que proteger al asesino a sueldo que va a testificar en la corte de La Haya contra un dictador genocida lleno de recursos. Samuel L. Jackson es Kincaid, el asesino a sueldo, Gary Oldman es el dictador.
Oldman no aparece demasiado, pero cuando lo hace su sombra persiste durante varios minutos. También está Salma Hayek como la esposa de Kincaid –que está encerrada en una prisión holandesa de INTERPOL– y se roba cada escena en la que aparece. Oldman es un resorte argumental, Hayek es el comic relief casi innecesario pero bienvenido en una película llena de violencia y muerte que no es apta para todo público. (No me estoy haciendo el melindroso, pero seguramente habrá quien se lo piense dos veces antes que dejar que su sobrinito de 6 años vea una película que comienza con la ejecución a quemarropa de una señora y su hijito.)
Hay un doble subtexto romántico: por un lado, el reencuentro de Bryce con una ex novia que trabaja para INTERPOL –y que es justamente quien lo mete en este atolladero–, y por el otro, el tórrido romance entre Kincaid y su esposa Sonia. Sin embargo, como en toda buddy movie, lo importante es la relación entre los protagonistas, en este caso el guardaespaldas y el asesino a sueldo.
La película obviamente mata o muere en base a sus dos protagonistas. Por suerte tanto Jackson como Reynolds están en su mejor momento, o al menos en el mejor momento para hacer de Jackson y Reynolds, que es lo que hacen en muchas de sus películas. La pantalla se enciende cada vez que estos dos simpáticos cretinos cruzan fuego verbal, y cuando no es así, tenemos numerosas escenas de acción que nos mantendrán entretenidos hasta su próxima discusión.
Un punto a tener en cuenta: tanto el guardaespaldas como el asesino a sueldo son mostrados como los mejores en sus respectivas líneas de trabajo. Si bien Bryce parece más apocado y Kincaid más extrovertido, ambos despachan a sus enemigos con eficiencia. La diferencia fundamental es que Bryce trata de incapacitar sin daño permanente y Kincaid no lo piensa dos veces antes de matar a alguien. Bryce tiene toda una serie de reglas –siempre usar el cinturón de seguridad, lo aburrido es lo más seguro, etcétera– mientras que Kincaid consigue los mismos resultados usando un enfoque (superficialmente) más caótico.
Y ya que estamos en el tema: son secuencias bien filmadas, y si bien nadie se cree que Reynolds maneje la motocicleta o Jackson vaya saltando de aquí para allá a sus casi 70 años –y menos aún con un balazo en la pierna–, el trabajo de los dobles de riesgo es impecable, así como la edición y los efectos por computadora. Mejor así, ya que uno se distrae con los saltos y los disparos y los autos que explotan y no piensa en los agujeros e improbabilidades del guión.
Para no abundar demasiado, podría decirse que lo que hacen los personajes es estúpido y descabellado, pero lo hacen con convicción y eficiencia. Los diálogos son entretenidos y sin ellos la película no valdría la pena. Tengamos en cuenta que estamos cruzando al Jackson de Snakes on a Plane (2006) con el Reynolds de Deadpool (2016), así que si no te gusta esa longitud de onda, a lo mejor The Hitman's Bodyguard no es lo tuyo.
Porque sí, se trata de una película de esas en las que uno desenchufa las neuronas por un par de horitas y pasa un buen rato. No sale del cine convertido en una mejor persona, ni ha aprendido el significado de la vida, pero no importa, la ha pasado bien y se ha reído un poco con los tiros, las explosiones y las tonteras. En estos tiempos en los que cada vez más películas intentan lavarnos el cerebro con mensajes políticamente correctos a diestra y siniestra, The Hitman's Bodyguard es un cambio más que bienvenido.
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